rosarioalb
LA ESCRITURA MUSICAL

Tenemos asumido que existe un lenguaje escrito que sirve para representar en un medio sólido (papel, madera, monitor, etc.) al lenguaje hablado, de manera que posteriormente puede ser leído e interpretado por otras personas y trasmitirse así con toda fidelidad a otras generaciones o, sencillamente, a otros lugares. Se compone como todos sabemos de una serie de signos que han ido evolucionando a lo largo de la historia hasta representar con la mayor exactitud posible los sonidos que emitimos.

Exactamente igual pasa en la música. Pero, si bien para representar la palabra hablada es suficiente con los signos del alfabeto, cuando hablamos de sonido en música, hemos de recordar las cualidades de este: tono, intensidad, timbre y duración y todo aquello que ha de ser representado de la manera más fidedigna.

Así pues, un signo (o varios a la a vez) nos ha de decir de un sonido exactamente cuán grave o agudo es, si es suave o fuerte o si va a aumentando o decreciendo en su volumen, cuánto dura, cuándo no hay sonido y en algunos casos, que instrumento ha de emitirlo. Como podemos imaginar, representar un sonido (o una melodía, si queremos complicar el asunto) es algo más complejo que representar una palabra o una frase.

Lo que llamamos solfeo -que tan solo es una parte, aunque primordial, del lenguaje musical -, no es sino el estudio de toda una serie de signos que permiten representar los sonidos en un papel, de manera que luego puedan ser leídos e interpretados por cualquier músico o persona que conozca el lenguaje y reproducir así los sonidos originales

LA REPRESENTACIÓN GRÁFICO-MUSICAL DEL SONIDO

De las cuatro cualidades del sonido que anteriormente se mencionó, dos son las que más interesan en una primera aproximación a la escritura musical: la altura del sonido (el tono) y su duración. En otras palabras: al lector músico, fundamentalmente hemos de indicarle qué nota ha de tocar (o cantar) y durante cuanto tiempo ha de hacerla sonar.

CONTINUARA......

0 Responses